
Los espacios, la desidia y el silencio, aíslan a las personas de una manera cruel; mengua sentimientos, corta el hilo de la madeja, que debiera ovillar las emociones vividas. Pero quise verla un día, para espigarla ese fondo cardinal de tiempos no vividos. Me quedé al pie del umbral, sin vislumbrar su partida. Se fue, llevándose su equipaje, camino en su largo viaje, las valías familiares que el tiempo concedió. Y yo me quedé con mi codicia, de encontrarme al pie de su regazo, golosinarme gajo a gajo, todo aquello que no pude entrever. Pero no esta del todo perdido, esta en cada retazo, en cada pasión escamada y oculta que con apego podré escudriñar, y de seguro, sorbo a sorbo he de beber con delicia, mi esencia ancestral; que de alguna manera ha de compensar, el tiempo ido. Debo agradecer, por lo poco de haberla sentido, debo agradecer por su tiempo vivido y no conocido, debo agradecer que de su copa un sorbo he bebido.