domingo, 22 de septiembre de 2013

Cosa de gatos.....


“Chiquito”, era un gato flaco de pelo colorado, que abandonó los techos para vagabundear a orillas del mar. Caminó perdido, de trecho en trecho, creyendo que dejó de amar. Se le ocurrió que aprendería a pescar, pero eso no era su oficio, tampoco estaba en su lar: “zapatero a sus zapatos” y “gato a sus pericotes ”. Entonces se dijo. Qué puede hacer un gato sin su gata, sino es echarse a la mar…..¡ah!, tampoco sabía nadar. Pues tirarse al agua, no es cosa de gatos. El tablado se le presentaba muy caro. Caminó pensativo, como un patrón varado. Pero este no tenía barco, ni puerto, tampoco era un naúfrago, y sin vela que le alumbre. Más bien un sol que le achicharre. Llegado el medio día, hambriento y sin destino, a la sombra de una roca fría se quedó dormido. Tal vez sueñe, que vive en otro cosmos, o en la gloria.

Pasaron las horas. Y el soñaba. Que una gata blanca, le hociqueaba, de los pies a la cabeza. Sintió sus bigotes que se cruzaban con los suyos, …!acércate más un poquito más, que quiero sentir tu aliento!, mascullaba,... dormido. Una fría ráfaga de viento, lo despertó. Ya era tarde, el cielo se había teñido de rojo. Para creer que no soñaba, abrió bien los ojos. Se encontró, en esa tarde roja, con dos medias lunas de unos labios rosas y unos ojos que no le dejaban de mirar. Y el mar, de un coletazo, se le hecho a la gata encima. Por fin Chiquito, dejó de soñar. Tremendo encuentro, fue gracia de la mar, o simplemente complicidad. ¡Despierta, despierta!, grito. Creyendo que alucina.

Ambos a la vez, se sacudieron el pelaje, para aparentar mejor el traje, y dar comienzo a la partida. Como toda fémina, asumió con ventaja, adelantándose en la presentación: Me llamo “Cola Blanca”. Perdóname, que esa no fuera mi intención. Más bien me dije, esto es una bendición. También se apagó la lumbre en mi hogar, y me viene para acá, para ver que puedo encontrar. Y es el oleaje, que me puso cerca de ti……¡dime!, qué más puedo pedir. Y el gato, con presuntuosa manía, le dijo: ¡deja ya, de insistir, que aquí, no hay despedidas!. Agradezco, más bien, tu compañía, ...... asumamos ambos este viaje.

Desde ese día, Chiquito y Cola Blanca, no tuvieron más hogar, que el cielo y ese mar, los parques soleados, o un rincón oscuro de la ciudad. Cualquier lugar es bueno, cuando uno sabe amar. Y adónde más se puede ir a soñar.....Pregúntales a los gatos, que te pueden ilustrar.

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