jueves, 14 de septiembre de 2017

En mi tierra llueve



Mi pueblo, mi tierra, mi hondonada, mi bosque, mi loma, mi quebrada , ...el río, la lluvia . My homeland.

Llueve en mi tierra, como diluvio, llueve, noche y día. Llueve y una gotera fría se desparrama en tu ombligo, que he de hacer pucachita linda para darte abrigo, he de rezar a Santa Olarias como lo hacía mi abuela, tal vez así de frío y pena te arrimes a mi cadera. Con tantos alalayes, el taita cura cerró la iglesia, ni hay velas en los altares para calentar a la feligresía. Llueve y desde hace tiempo llueve, que a la Angela Salbaberin se le apagó el farolillo. Arraray, más miedo da este diluvio, dame un espacio en tu fogón, y la punta de tu pañolón, que a tu lado me arrincono.

Hay tanta lluvia y frío, como jode el hueco de mi abrigo. No hay leña en campo mojado, ni un tayanguito donde se acurruque el zorzalito, y en tejado frío ya no canta el gorrioncillo. 

Cómo ahuyenta la lluvia y el frío y cuántos se han de escapar, de tanto tiritar hasta brincan las monedas, los bolsillos han de dar desamparo en cantina de alguna esquina, que a de morir en un suspiro el brindis entre amigos. Y que pena trae la lluvia, que todo se ha de llevar, la siembra de mi hermano, su casita en la ribera, de piedras se ha trancado la cañada, no hay por donde escapar. El cielo se cubre de negro, que ni el Amito ya no sabe ni cómo asomar.
Lo bueno se lleva la lluvia, lo malo a de quedar, y los shucas se aprovechan de la miseria que queda. Hemos de pedir clemencia a Noé, el del arca, que con capa de Superman en un vuelo se ancle en el Puma Urco. Una Arca nos ayudará a construir, para preservar todo lo bueno. A quienes hemos de salvar: al gorriocillo cantor y al zorzalito peregrino; al pan caliente y al murón frio; a la tushpa ardiente, al tamal y al juane caliente; a la mushita murushita y a su huayna shicra-alegre; añañau, que tanta dulzura se ha de guardar en el arca. Y no se olviden de embarcar a mi amigo, el Pitucha, que tanta gracia y lisura a de cargar en sus alforjas para alegrar a la concurrencia con su gracia pa desparramar; y si clama la urgencia, hasta de cura ha de servir, de seguro su Rosario va llevar, colgado con cruz grande, que le cuelgue hasta la cintura, el condenado sabrá rezar.

No subirán al arca, las falsas promesas, aquellos los malos elegidos, los esbirros, macarras, mentirosos; los que ofrecen gatos por liebre, ocultos bajo sotana, los que repican falsas campanas. Los que queman el pan en la boca del horno, aquellos que dejan al prójimo con las manos extendidas. Los que no sienten la lluvia, ni el frío en el pellejo ajeno, ni el fango bajo sus pies; que no haya piedad, cuando en el se han de resbalar.

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